miércoles, 29 de julio de 2009

"... y sobre todo, sean capaces siempre de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario." [Ernesto Che Guevara en la carta de despedida a sus hijos. La Habana, 20 de febrero de 1964]
Viajar o no viajar, esa es la cuestión

martes, 28 de julio de 2009

SALA DE PSICOPATOLOGÍA - ALEJANDRA PIZARNIK

Escrito de Alejanda Pizarnik (1936-1972) durantes su internación en el Hospital Pirovano a meses de morir.

Testimonio de gran crudeza humana.

Demosle la voz al silencio de esta gran poeta argentina.

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SALA DE PSICOPATOLOGÍA (1972)

Después de años en Europa
Quiero decir París, Saint-Tropez, Cap
St. Pierre, Provence, Florencia, Siena,
Roma, Capri, Ischia, San Sebastián,
Santillana del Mar, Marbella, Segovia, Ávila, Santiago,
y tanto
y tanto
por no hablar de New York y el del West Village con ras-
tros de muchachas estranguladas
-quiero que me estrangule un negro -dijo-
lo que querés es que te viole -dije (¡oh Sigmund! con
vos se acabaron los hombres del mercado matrimonial que frecuenté
en las mejores playas de Europa)
y como soy tan inteligente que ya no sirvo para nada,
y como he soñado tanto que ya no soy de este mundo,
aquí estoy, entre las inocentes almas de la sala 18,
persuadiéndome día a día
de que la sala, las almas puras y yo tenemos sentido, tenemos des-
tino,
-una señora originaria del más oscuro barrio de un pueblo que no
figura en el mapa dice:
-El doctor me dijo que tengo problemas. Yo no sé. Yo Tengo algo
aquí (se toca las tetas) y unas ganas de llorar que mama mía.
Nietzsche: "Esta noche tendré una madre o dejaré de ser."
Strindberg: "El sol, madre, el sol."
P. Eluard: "Hay que pegar a la madre mientras es joven."
Sí, señora, la madre es un animal carnívoro que ama la vegetación
lujuriosa. A la hora que la parió abre las piernas, ignorante del sentido
de su posición destinada a dar a luz, a tierra, a fuego, a aire,
pero luego una quiere volver a entrar en esa maldita concha,
después de haber intentado nacerse sola sacando mi cabeza por mi
útero
(y como no puede, busco morir y entrar en la pestilente guarida dela oculta ocultadora cuya función es ocultar)
hablo de la concha y hablo de la muerte,
todo es concha, yo he lamido conchas en varios países y sólo sentí
orgullo por mi virtuosismo -la mahtma gandhi del lengüeteo, la Ein-
stein de la mineta, la Reich del lengüetazo, la Reik del abrirse camino
entre pelos como de rabinos desaseados -¡oh el goce de la roña!
Ustedes, los mediquitos de la 18 son tiernos y hasta besan al lepro-
so, pero ¿se casarían con el leproso?
Un instante de inmersión en lo bajo y en lo oscuro,
sí de eso son capaces,
pero luego viene la vocecita que acompaña a los jovencitos como
ustedes: -¿Podrías hacer un chiste con todo esto, no?
Y
sí,
aquí en el Pirovano
hay almas que NO SABEN
por que recibieron la visita de las desgracias.
Pretenden explicaciones lógicas los pobres pobrecitos, quieren que
la sala -verdadera pocilga- esté muy limpia, porque la roña les da te-
rror, y el desorden, y la soledad de los días habitados por anti-
guos fantasmas emigrantes de las maravillosas e ilícitas pasiones de la
infancia.
Oh, he besado tantas pijas para encontrarme de repente en una sala
llena de carne de prisión donde las mujeres vienen y van hablando de
la mejoría. Pero
¿qué cosa curar?
Y ¿por dónde empezar a curar?
Es verdad que la psicoterapia en su forma exclusivamente verbal es
casi tan bella como el suicidio.
Se habla.
Se amuebla el escenario vacío del silencio.
O, si hay silencio, éste se vuelve mensaje.
-¿Por qué está callada? ¿En qué piensa?
No pienso, al menos no ejecuto lo que llaman pensar. Asisto al ina-
gotable fluir del murmullo. A veces -casi siempre- estoy humeda. Soy
una perra, a pesar de Hegel. Quisiera un tipo con una pija así y coger-
me a mí y dármela hasta que acabe viendo curanderos (que sin duda
me la chuparán) a fin de que me exorcisen y me procuren una buena
frigidez.
Húmeda.
Concha de corazón de criatura humana,
corazón que es un pequeño bebé inconsolable,
"como un niño de pecho he acallado mi alma" (Salmo)
Ignoro qué hago en la sala 18 salvo honrarla con mi presencia
prestigiosa (si me quisiera un poquito me ayudarían a anularla)
oh no es que quiera coquetear con la muerte
yo quiero solamente poner fin a esta agonía que se vuelve ridícula a
fuerza de prolongarse,
(Ridículamente te han adornado para este mundo -dice una vozapiadada de mí)
Y Que te encuentres con vos misma -dijo.
Y yo dije: Para reunirme con el migo de conmigo y ser una sola y misma enti-
dad con él tengo que matar al migo para que así se muera el con y,
de este modo, anulados los contrarios, la dialéctica supliciante finaliza en
la fusión de los contrarios.
El suicidio determina
un cuchillo sin hoja al que le falta el mango.
Entonces:
adiós sujeto y objeto,
todo se unifica como en otros tiempos, en el jardín de los cuentos
para niños lleno de arroyuelos de frescas aguas prenatales,
ese jardín es el centro del mundo, es el lugar de la cita, es el espacio
vuelto tiempo y el tiempo vuelto lugar, es el alto momento de la fusión
y del encuentro,
fuera del espacio profano en donde el Bien es sinónimo de evolu-
ción de sociedades de consumo,
y lejos de los enmierdantes simulacros de medir el tiempo median-
te relojes, calendarios y demás objetos hostiles,
lejos de las ciudades en las que se compran y se vende (oh, en ese jar-
dín para la niña que fui, la pálida alucinada de los suburbios malsanos
por los que erraba del brazo de las sombras: niña, mi querida niña que
no has tenido madre (ni padre, es obvio)
De modo que arrastré mi culo hasta la sala 18,
en la que finjo creer que mi enfermedad de lejanía, de separación
de absoluta NO-ALIANZA con Ellos
-Ellos son todos y yo soy yo-
finjo, pues, que logro mejorar, finjo creer a estos muchachos de
buena voluntad (¡oh, los buenos sentimientos!) me podrán ayudar,
pero a veces -a menudo- los recontraputeo desde mis sombras in-
teriores que estos mediquillitos jamás sabrán conocer (la profundidad,
cuanto más profunda, más indecible) y los puteo por que evoco a mi
amado viejo, el Dr. Pichon R., tan hijo de puta como nunca lo será nin-
guno de los mediquitos (tan buenos, hélas!) de esta sala,
pero mi viejo se me muere y éstos hablan y, lo peor, éstos tienen
cuerpos nuevos, sanos (maldita palabra) en tanto mi viejo agoniza en la
miseria por no haber sabido ser un mierda práctico, por haber afron-
tado el terrible misterio que es la destrucción de un alma, por haber
hurgado en lo oculto como un pirata -no poco funesto pues las mone-
das de oro del inconsciente llevaban carne de ahorcado, y en un recin-
to lleno de espejos rotos y sal volcada-
viejo remaldito, especie de aborto pestífero de fantasmas sifilíticos,
cómo te adoro en tu tortuosidad solamente parecida a la mía,
y cabe decir que siempre desconfié de tu genio (no sos genial; sos
un saqueador y un plagiario) y a la vez te confié,
oh, es a vos que mi tesoro fue confiado,
te quiero tanto que mataría a todos estos médicos adolescentes para
darte a beber de su sangre y que vos vivas un minuto, un siglo más,
(vos, yo, a quienes la vida no nos merece)
Sala 18
cuando pienso en laborterapia me arrancaría los ojos en una casa en
ruinas y me los comería pensando en mis años de escritura continúa,
15 o 20 horas escribiendo sin cesar, aguzada por el demonio de las
analogías, tratando de configurar mi atroz materia verbal errante,
porque -oh viejo hermoso Sigmund Freud- la ciencia psicoanalíti-
ca se olvido la llave en algún lado:
abrir se abre
pero ¿cómo cerrar la herida?
El alma sufre sin tregua, sin piedad, y los malos médicos no resta-
ñan la herida que supura.
El hombre está herido por una desgarradura que tal vez, o segura-
mente, le ha causado la vida que nos dan.
"Cambiar la vida" (Marx)
"Cambiar el hombre" (Rimbaud)
Freud: "La pequeña A. está embellecida por la desobediencia", (Cartas...)
Freud: poeta trágico. Demasiado enamorado de la poesía clásica.
Sin duda, muchas claves las extrajo de "los filósofos de la naturaleza",
de "los románticos alemanes" y, sobre todo, de mi amadísimo Lich-
tenberg, el genial físico y matemático que escribía en su Diario cosas
como:
"Él le había puesto nombre a sus dos pantuflas"
Algo solo estaba, ¿no?
(Oh, Lichtenberg, pequeño jorobado, yo te hubiera amado!)
Y a Kierkegaard
Y a Dostoyevski
Y sobre todo a Kafka
a quien le paso lo que a mí, si bien el era púdico y casto
-"¿Qué hice del don del sexo?" -y yo soy una pajera como no exis-
te otra; pero le paso (a Kafka) lo que a mí:
se separó
fue demasiado lejos en la soledad
y supo -tuvo que saber-
que de allí no se vuelve
se alejo -me alejé-
no por desprecio (claro es que nuestro orgullo es infernal)
sino porque una es extranjera
una es de otra parte,
ellos se casan,
procrean,
veranean,
tienen horarios,
no se asustan por la tenebrosa
ambigüedad del lenguaje
(no es lo mismo decir Buenas noches que decir Buenas noches)
El lenguaje -yo no puedo más,
alma mía, pequeña inexistente,
decidíte;
te la picás o te quedás,
pero no me toques así,
con pavura, con confusión,
o te vas o te la picás,
yo, por mi parte, no puedo más.
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Texto extraído de "Poesía completa", Alejandra Pizarnik, editorial Lumen, Barcelona, España; impreso en Argentina, 2003.

Transmigración - Oliverio Girondo



A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración.






Mientras aquéllos se pasan la vida colgados de una soga o pegando puñetazos sobre una mesa, yo me lo paso transmigrando de un cuerpo a otro, yo no me canso nunca de transmigrar.






Desde el amanecer, me instalo en algún eucalipto a respirar la brisa de la mañana. Duermo una siesta mineral, entro de la primera piedra que hallo en mi camino, y antes de anochecer ya estoy pensando la noche y las chimeneas con un espíritu de gato.






¡Qué delicia la de metamorfosearse en abejorro, la de sorber el polen de rosas! ¡Qué voluptuosidad la de ser tierra, la de sentirse penetrado de tubérculos, de raíces, de un vida latente que nos fecunda... y nos hace cosquillas!






Para apreciar el jamón ¿no es indispensable ser chancho? Quien no logre transformarse en caballo ¿podrá saborear el gusto de los valles y darse cuenta de lo que significa “tirar el carro”?...






Poseer una virgen es muy distinto a experimentar las sensaciones de la virgen mientras la estamos poseyendo, y una cosa es mirar el mar desde la playa, otra contemplarlo con unos ojos de cangrejo.






Por eso a mí me gusta meterme en las vidas ajenas, vivir todas su secreciones, todas sus esperanzas, sus buenos y sus malos humores. Por eso a mi me gusta rumiar la pampa y el crepúsculo personificado en una vaca, sentir la gravitación y los ramajes con un cerebro de nuez o de castaña, arrodillarme en pleno campo, para cantarle con una voz de sapo a las estrellas.






¡Ah, el encanto de haber sido camello, zanahoria, manzana, y la satisfacción de comprender, a fondo, la pereza de los remansos... y de los camaleones!...






¡Pensar que durante toda su existencia, la mayoría de los hombres no ha sido ni siquiera mujer!... ¿Cómo es posible que uno no se aburran de sus apetitos, de sus espasmos y que no necesiten experimentar, de vez en cuando, los de las cucarachas... los de las madreselvas?






Aunque me he puesto, muchas veces, un cerebro de imbécil, jamás he comprendido que se pueda vivir, eternamente, con un mismo esqueleto y un mismo sexo.






Cuando la vida es demasiado humana - ¡únicamente humana! – el mecanismo de pensar ¿no resulta una enfermedad más larga y más aburrida que cualquier otra?






Yo, al menos, tengo la certidumbre que no hubiera podido soportarla sin esa aptitud de evasión, que me permite trasladarme adonde yo no estoy: ser hormiga, jirafa, poner un huevo, y lo que es más importante aún, encontrarme conmigo mismo en el momento en que me había olvidado, casi completamente, de mi propia existencia." Extraído de su libro Espantapájaros (Al alcance de todos)






* Extraído de "Espantapájaros" - Oliverio Girondo (1891-1967)






* Pintura de Nicolás Vreugdenhil. Artista plástico oriundo de la localidad de Brandsen, Argentina. Contacto: nicofreu@hotmail.com

Los Nadies - Machine Gun


Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.


(Los Nadies, Eduardo Galeano)


miércoles, 22 de julio de 2009

La Pregunta

Ser un poco humano, demasiado humano
Acercarse a la quebrazón que hunde este estandarte.
Poder llegar a los otros y que los otros lleguen a ti.
Poder hacer algo de tus días sin caer en la apatía.
Línea de fuga al vacío existencial propio
del sujeto neurótico capitalista del siglo xxi.
Salirse del consumismo que consume tu sexualidad,
tu potencial creativo, tus energías activas, tu poesía
y tus ansias de querer hacer algo de tu existencia.
Vacío existencial.
Pregunta inagotable e inefable que nos deja solos
frente a la muerte y desconcertados frente a la certeza
de estar viviendo
Dicotomía cruenta que nos carcome el porvenir.
Parados o tirados, drogados o sobrios,
productivos (no para el sistema…)o inútiles (productivos para el sistema -símil-)
Ignorantes o pensativos, corporales o mentales,
solos o acompañados, cantando o callando
cocinando o siendo cocinados, escribiendo o siendo escritos
(Por la prensa local). Alucinados o lúcidos. En fin,
Binomios que nos preguntan que hacer con la vida en
tiempos mortíferos.